3 excusas para no aprender idiomas

Hay pocas cosas más difíciles que establecer un hábito. Principalmente, porque creemos que crear una costumbre es un proceso rígido e inalterable en el que, de la noche a la mañana, comenzamos un sprint hacia el desarrollo personal. Y nuestra mente, que tiende a volver a lo que conoce, empieza a jugarnos malas pasadas. En nuestro caso, esas triquiñuelas mentales se traducen en excusas para no aprender idiomas.

Simplemente sucede. Suena extraño, pero tiene mucho que ver con el hecho de que no podemos acondicionarnos así como así a nuevas rutinas, a menos que nos veamos en la obligación de acometerlas. Sin embargo, existen tres tácticas especialmente diseñadas para conseguir sobrellevar esta clase de cambios que, por cierto, funcionan con otras áreas de nuestra vida.

Rompiendo las principales excusas para no aprender idiomas

“Necesito un horario fijo”

No nos engañemos: un horario, o un calendario, son una idea estupenda para cualquier tipo de aprendizaje o de incorporación de nuevas rutinas. Sin embargo, un ritmo fijo también crea un agotamiento mental, como nos cansaría hacer exactamente el mismo ejercicio físico o nos aburre tomar siempre el mismo camino cuando vamos a trabajar. Y fallar a esas directrices concretas genera culpa. Y esa culpa, si no la domamos, termina por reventar cualquier horario a base de convertirlo en un monstruo al que le debemos algo que ni nosotros sabemos muy bien qué es.

La clave está en pensar que saltarse un horario forma parte del horario en sí mismo. Son dos caras de la misma moneda. Y como en el fondo son la misma cosa, todo el mundo ha visto ambos lados. Sabiendo eso, es infinitamente más sencillo hacer las paces con nosotros y apechugar con el hecho de que, oh, qué cosas, hemos perdido un día o dos. Estas cosas pasan, y lo importante es que podemos continuar… y no pasará absolutamente nada.

“¡Tendría que recuperar el tiempo perdido!”

Pero claro, entonces es posible que nos veamos en pleno efecto rebote, donde sentimos que debemos recuperar ese tiempo que hemos perdido de nuestro horario fijo. Y la energía que redoblamos para compensar, termina faltando en los días siguientes incluso si conseguimos ponernos al día. Simplemente, habremos entrado en la espiral de la quemazón y la pereza se hará fuerte si no dejamos de pensar que se puede recuperar el tiempo perdido. Probablemente, esta sea la reina de las excusas para no aprender idiomas, porque también podemos caer en su trampa solo por acelerar el proceso de aprendizaje.

Y no, el tiempo perdido, está perdido. Lo único que sucede es que si hoy perdemos dos horas, tardaremos dos horas más en el gran esquema de las cosas. Tardaremos meses o años en aprender un idioma, ¿en serio vamos a poner en peligro el trabajo de los próximos meses por tratar de compensar las horas de hoy? ¿Nadie ve la incongruencia? ¡Esperamos que tú sí!

“Lo mejor es estudiar una hora seguida”

Lo mejor es estudiar, punto. Hay días que tenemos la cabeza repleta de problemas que nada tienen que ver con aprender, o que simplemente no disponemos de los minutos necesarios para completar una hora. Sin embargo, un cuarto de hora, cuarenta y cinco minutos, incluso cinco, pueden reportar beneficios tremendos. De hecho, es más fácil fijar un concepto nuevo aprendido en cinco minutos que los pormenores vistos a lo largo de una lección de dos horas. Simplemente, porque nos resulta mucho más fácil prestar atención durante un periodo corto de tiempo, lo que aumenta nuestra capacidad de asimilación.

Y a fin de cuentas, las horas se componen de minutos, por lo que merecen la pena invertir unos minutos en lugar de perder una hora.

Así pues, las excusas para no aprender idiomas estarán siempre ahí. Son inevitables. Pero lo que no es inevitable es recordarnos nuestro objetivo constantemente. Queremos aprender una lengua nueva, y es un proceso lento que se consolida con los años. Cualquier sentimiento de culpa, cualquier atajo y cualquier noción preconcebida jugarán siempre en nuestra contra, porque restarán naturalidad a nuestro aprendizaje.

Fija tu objetivo, vuelve a estudiar siempre que puedas, olvídate de horarios fijos, tiempos perdidos y de pensar en horas y empieza a pensar que lo mejor es aprender cuando y cuanto puedas. Solo así enterrarás la culpa y evitarás las excusas para no aprender idiomas.

Sobre el autor

Daniel Matilla

Experto en comunicación y aprendizaje. Se ha recorrido varios países con una mochila y los oídos bien abiertos. ¿Su fuerte? Conectar con las personas gracias a la comunicación intercultural. En la actualidad, es el Director de Estudios y colabora con Ontranslation creando contenido.

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