Algunos administradores, CEOs, gerentes, los que llamamos managers retro –con la insistencia de aferrarse a sus tiempos y sin el glamour de lo vintage- siguen enterrándose lentamente en las arenas movedizas de un mundo que cada vez se mueve más rápido.
Están por estar, haciendo todo lo que pueden para que las cosas sigan como han sido toda la vida, sin el más mínimo interés en aprender y sin darse cuenta de los cambios a su alrededor. Como ranas cociéndose a fuego lento en una olla de apatía ignorante.
Éstos se ofenden si les propones formarse con un “¿Y quién eres tú para decirme a mí lo que tengo que hacer o dejar de hacer?”
Así que empezaremos el año con la lista de las cinco mejores (y más usadas) excusas de un jefe retro para no seguir formándose:
#5 — Eso es muy complicado.
Cosas que son complicadas: la cocina, la arquitectura, la fotografía, las ingenierías, orientarse en una ciudad nueva sin ayuda de GPS, montarse un ordenador…
Algunas son fáciles de aprender, otras requieren mucho más tiempo. Algunas cambian nuestra forma de percibir el mundo, otras nos permiten entender lo que ya sabemos un poco mejor. Algunas las necesitamos, algunas no. Pero absolutamente todas parecen complicadas antes de iniciarnos en ellas, cuando no tenemos ni idea de qué van.
Ahora bien: ser muy complicado suele ser el viejo “me da miedo que yo no sepa hacer ni la o con un canuto, así que mejor sigo mirándome las bolillas del ombligo”.
#4 — Esto se ha hecho así de toda la vida de Dios.
Quizá sea complejo de Dios, que están muy subidos o que creen férreamente que la experiencia es un grado, pero lo cierto es que hay quien defiende, a estas alturas, que si algo funciona lo mejor es no cambiar.
Pues mire, no. Sin ir más lejos, en los últimos treinta años hemos pasado de tener un mundo en el que la información tardaba un día entero en llegar de un pueblo a otro -con suerte- a retransmitir en directo para todo el cómo desatornillan una estación espacial y sin despeinarse. Con esa capacidad de sincronización y propagación de información debería ser fácil entender que las tecnologías cambian y están a nuestro servicio.
Pero hay gente que no. Que lo ha hecho así toda su vida, y como es lo único que han vivido, es lo único en lo que creen. Y como es lo único en lo que creen, lo que hay allí afuera es todo mentira, patrañas y cuentos de viejas. Así que en esas supercherías del Internet se van los clientes a los que no se llega, las presencias en redes sociales que se pierden y las mejoras en organización que nunca se implementaron.
#3 — Esto va a tardar mucho y no tenemos tiempo.
Sin embargo, sí hay tiempo para perder dinero a largo, medio, o incluso corto plazo. ¿Para qué aprender sobre relaciones interpersonales en la empresa, si eso no sale en los libros de contabilidad?
Pues, por ejemplo, para lograr que los trabajadores se sientan mejor, se comuniquen más entre ellos y con quienes tienen por encima y por debajo, puedan resolver conflictos rápidamente y, en definitiva, lleven a cabo sus tareas de una manera más eficiente.
Y quien dice relaciones interpersonales en la empresa dice implantar un sistema de gestión, curiosear sobre qué ventajas tendría abrir el negocio a Internet, qué es eso de los networkings o qué planes tiene el estado para ayudar a emprendedores (si los hubiera, claro).
#2 — No voy a pagar eso por un cursillo.
Te lo dice el mismo personaje que probablemente piensa que sus productos valen un potosí y medio. Y que sus clientes son unos aprovechados, siempre apretándole y regateando sus presupuestos.
Sin embargo no se cortan un pelo para exigirte rebajas o descuentos indecentes. Y es que un cursillo es un cursillo y si lo podemos subvencionar, ¿por qué pagarlo? Pues quizás porque cuando inviertes en formación estás invirtiendo –si sabes aprovecharlo- en una transformación personal u organizacional que te va a dar resultados a largo plazo. ¡Los conocimientos se amortizan toda la vida! ¿Te suena lo cotizado que está el know-how?
Pero no te engañes, el jefe retro piensa que sus conocimientos, los que le hicieron llegar a su puesto- le servirán toda la vida. Y como no sabe apreciar el valor de la formación cualquier precio le parecerá demasiado.
#1 — Soy el jefe y no lo necesito.
Pues mire, váyase usted solo al hoyo que yo me cambio de empresa.
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