¿Tiene sentido internacionalizar tu negocio a EEUU?

El Instituto Cervantes acaba de publicar un informe en el que detalla por qué el español es la segunda lengua más hablada en el mundo, por detrás del inglés y ligeramente por delante del mandarín. Y uno de los puntos más llamativos es donde se habla más español. No es en España. Ni en Colombia. Ni en las ciudades superpobladas de México. Donde más se habla español es en Estados Unidos. Y Estados Unidos es un mercado al que rara vez miramos cuando pensamos en internacionalizar nuestro negocio.

Hagamos un pequeño ejercicio.

La tierra de la bandera de las barras y estrellas (y no, no hablamos de la confederada) es un lugar lejano, con gente que habla otro idioma. Cualquiera podría decir que esas son dos razones perfectamente válidas para plantearse si merece la pena ofrecer soluciones para atraer a esos clientes extranjeros. Pero, ¿y si descartamos uno de los elementos de la ecuación?

Plantearse la posibilidad de abrir fronteras a nuestra empresa es una decisión siempre más imponente que arriesgada. Especialmente cuando estamos en las primeras fases de esa apertura, cuando no hemos siquiera levantado una sucursal más allá de nuestro país de origen, todo parece una trampa en la que nuestro dinero se irá por el sumidero y terminaremos en bancarrota.

Sin embargo, el hecho de contar con la certeza de que se habla nuestro mismo idioma al otro lado del charco (o la aduana), y que ese idioma es hablado por un mercado potencial mayor al que tenemos a un tiro de piedra, facilita muchísimo las cosas. Para empezar, porque si ofrecemos un servicio que podemos llevar a cabo a distancia, la única barrera que nos lo impide (dejando a un lado legalidades que, por otra parte, no siempre son un obstáculo) es el idioma. De la misma manera —y al margen de los costes de logística—, si quitamos el desencuentro idiomático de la ecuación, hacer llegar un producto es solo una cuestión de tiempo y recursos; la clase de problemas a los que ya nos enfrentamos jugando en casa.

Así que, de repente, existe un informe que hace más atractiva la posibilidad de abrir nuestro negocio más allá de nuestro mercado habitual. Pero no solo se trata del idioma. Si decidiéramos internacionalizar nuestra empresa, porque comprendemos que es tan viable ofrecer nuestros servicios y productos al público latino estadounidense como a toda américa latina, tenemos otro frente que se nos abre de una manera sutil.

Cuando un servicio se convierte en imprescindible o un producto es rematadamente bueno, todo el mundo quiere comprarlo. Pero antes de hacerse con ello, todo el mundo necesita verlo. Como decía Steve Jobs, la gente no sabe lo que quiere hasta que lo ve. Así que merece la pena, bajo esa luz, hacerse una pregunta: ¿Y si, atendiendo a las demandas del mercado latino residente en Norteamérica, captamos la atención del mercado anglosajón? Solo con que eso suceda, incluso si no hacemos apertura explícita al mercado estadounidense en inglés, las repercusiones pueden ser de valor incalculable.

Y, por supuesto, todo esto era un ejercicio hipotético. Una cadena de “y si…”. Pero es por estos pequeños ejercicios por los que se empieza el proceso de internacionalizar nuestro negocio. Solo esperamos que, cada vez más, puedas plantearte eliminar los idiomas de tus ecuaciones.

Sobre el autor

Daniel Matilla

Experto en comunicación y aprendizaje. Se ha recorrido varios países con una mochila y los oídos bien abiertos. ¿Su fuerte? Conectar con las personas gracias a la comunicación intercultural. En la actualidad, es el Director de Estudios y colabora con Ontranslation creando contenido.

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