¿Sabes lo que es la escucha activa en la comunicación? Cuando hablamos de comunicación, tendemos a pensar en la producción: en nosotros siendo activos, emitiendo un mensaje. Pero la comunicación es, al menos, bidireccional, y eso implica que también recibimos mensajes.
Para que la comunicación sea efectiva, debemos tener en cuenta ambos factores: producción y recepción. Da igual lo bien que hablemos, lo persuasivos o claros que seamos si no sabemos qué es lo que espera nuestro interlocutor de la interacción. Por eso, en este post os queremos ayudar a lograr una comunicación efectiva gracias a utilizar nuestros oídos bien en consonancia con nuestro cerebro. ¡Vamos a ello!
¿Qué es la escucha activa?
La escucha activa es la habilidad de mostrar a nuestro interlocutor que le estamos escuchando, que nos interesamos por lo que nos cuenta. Y de, efectivamente, hacerlo. ¿Qué comunicación sería efectiva si no hay entendimiento mutuo? Escuchar es entender, y entender es básico para producir algo de calidad: para que nuestro discurso valga, tiene que ser adecuado a la persona que tenemos delante y a aquello que nos cuenta.
Además, ¿a quién no le gusta que le escuchen? Ver que alguien nos escucha nos hace valorarle positivamente, y si tenemos una imagen positiva del otro estaremos más dispuestos a cooperar con esta persona. Si quieres que tu interlocutor te valore, pon toda tu atención en escucharle.
Características de la escucha activa
La habilidad para escuchar activamente se trabaja, y es lo que queremos mostraros aquí, pero antes deberemos enunciaros cómo escucha una persona que lo hace de manera activa. ¿Te atreves a recordar la última interacción que tuviste y ver si encaja con los siguientes puntos?
- Se trata de entender la comunicación global: de saber si los gestos miradas, sensaciones… que la otra persona emite están acorde con sus palabras o no. Por ejemplo, una persona puede decir que no está nerviosa en una entrevista de trabajo por cortesía pero estarlo, y en ese caso deberemos ayudar a que deje de sentirse así (sin resaltarlo, claro).
- Escucha activa implica no interrumpir. A no ser que se trate de algún asunto que sea vital para el buen transcurso de la comunicación (por ejemplo, el de deshacer un malentendido), las interrupciones sobran. Alguien que sabe escuchar esperará a que la otra persona le ceda el turno de palabra.
- En este tipo de interacción se evitan las distracciones. No está bien mirar el móvil mientras alguien te habla, o mirar hacia otro lugar en la sala o pensar en nuestras cosas. Puede parecer una obviedad, pero son cosas que hacemos a menudo sin darnos cuenta. Pon esfuerzo en centrar la atención en quien tienes delante.
- Escuchar activamente tiene que ver también con lo que decimos. Demuéstrale a tu interlocutor que le escuchas con actos: resume sus ideas, resalta un punto que creas que es importante para él o para ella, etc.
¿Cómo mejorar la escucha activa?
Mejorar nuestra escucha activa pasa por tener en cuenta las herramientas que utilizamos para llevarla a cabo. Hay varios puntos en nuestro discurso en los que podemos poner el foco para mejorar nuestra forma de escuchar a los demás. Son los siguientes.
Los marcadores de control de contacto
Los marcadores son los elementos lingüísticos que utilizamos para organizar un discurso. Los de control de contacto se utilizan para organizar el discurso en un diálogo: sirven para mostrar a nuestro interlocutor que seguimos la conversación: son los ahá, sí, entiendo, etc., que vienen a decir algo así como «estoy aquí».
Pueden parecer vacíos de significado y, en efecto, a un nivel léxico prácticamente lo están. Sin embargo, son muy importantes para el contexto. Demostrar que seguimos inmersos en la conversación mientras la otra persona habla es tan importante como dar nuestras propias opiniones. Eso sí, utilízalos con mesura o podrá parecer que quieres que el otro termine su discurso.
El lenguaje no verbal: la clave en la escucha activa
No solo es importante fijarnos en los gestos, la postura o la actitud de nuestro interlocutor. También debemos cuidar nuestro lenguaje no verbal, pues es fácil valorar el interés que pone una persona en lo que le estamos contando si nos fijamos en cómo se mueve.
Una persona a la que le atrae lo que le cuentan dirigirá su postura hacia su interlocutor (de los pies a la cabeza, ¡y es importante lo de los pies!). También mirará a la persona y no a otro lugar, y a sus ojos, no a sus pies (si la timidez te puede, mira a la nariz y nadie notará la diferencia). Los marcadores de contacto también son no verbales, por lo que podemos asentir la cabeza o acompañar con gestos manuales nuestras verbalizaciones para reforzar la escucha activa.
Demuestra que te interesa el tema
Escucha activa y empatía son uno. Como ya hemos dicho antes, es necesario demostrar a tu interlocutor que lo que te cuenta te parece interesante. Así, tendremos que mostrarnos comprometidos con el tema del que se nos está hablando. Resume los temas importantes del discurso de tu interlocutor en tu turno de habla, parafrasea lo que te cuenta… ¡Interésate por lo que te cuenta!
Pero no solo la temática es importante. Entender los sentimientos que despierta lo narrado en nuestro interlocutor, y mostrarnos en línea con estos, marcará la diferencia en cuanto a escucha activa se refiere. Identificarte con la persona que tienes enfrente hará que esté mucho más cómoda en la conversación.
Ejercicios de escucha activa para adultos: cómo mejorar nuestra escucha
Puedes practicar la escucha activa de muchas maneras, y sin duda la mejor es hacerlo con formadores profesionales en habilidades comunicativas. De todas formas, puedes probar a mejorarla por ti mismo, con ayuda de otras personas, con ejercicios como estos:
- Lazarillo. Por parejas, uno de nosotros saldrá de una sala en la que se pondrán obstáculos. La otra persona colocará obstáculos y los tendrá en cuenta. Se le vendarán los ojos y entrará. La pareja tendrá que indicarle, con indicaciones sosegadas y claras, el camino que ha de seguir. Si lo lográis sin avisos de emergencia («cuidado, que te chocas», «por ahí no», etc.), quien lleva los ojos vendados habrá hecho un buen ejercicio de escucha activa.
- ¿Qué escucho? De tres en tres. Una persona se pone auriculares, otra le observa. A quien tiene auriculares la tercera persona del grupo le pondrá una historia que despierte sensaciones en ella: asco, miedo, pena, risa… A quien lleva los cascos se le pedirá suavizar sus reacciones. Quien observa tendrá que analizar sus reacciones (disimuladas) para tratar de adivinar cómo se siente. Después, entre los tres, analizaréis los movimientos y gestos de quien llevaba los auriculares.
- Mindfulness. Practicar mindfulness (o meditación) es siempre recomendable para mejorar nuestra atención. El ejercicio más común es el de sentarnos y tratar de prestar atención solo a nuestra respiración, esquivando todos los pensamientos, sensaciones o recuerdos que nuestra mente nos traiga. ¿Te atreves con ello?
Saber escuchar es la clave para una interacción exitosa
Entender que las habilidades para escuchar son básicas en cualquier negociación es el primer paso para destacarnos en lo que a comunicación efectiva se refiere. Si nos concentramos en que lo que nos cuenta nuestro interlocutor nos parezca interesante haremos uso de todas estas estrategias casi sin darnos cuenta, aunque es importante el trabajarlas.
La escucha activa pasa por entender al otro, y por mostrar verbal y no verbalmente que lo hacemos. ¿La mejoraréis a partir de ahora?