Las negociaciones son el lapso de tiempo sobre el que se pretende construir un futuro. Igual suena a definición de la Real Academia Española de la Lengua, pero es más un concepto general que una regla estricta. Especialmente durante las entrevistas de trabajo, donde negociar el futuro siempre aparenta ser una apuesta definitiva.
Si acudimos a un diccionario, ahí sí hay varias definiciones específicas, de las que destacamos la siguiente: tratar asuntos públicos o privados procurando su mejor logro. Esa acepción, a menudo enterrada bajo los nervios y las expectativas, es la clave para empezar a negociar el futuro relajadamente. Para que una entrevista profesional sea realmente fructífera, empleador y (con suerte) empleado deben buscar la mejor solución que beneficie a ambos.
Cómo negociar el futuro profesional
Cifras
Aunque parezca el momento más peliagudo, negociar un salario puede ser el inicio del proceso. No se trata tanto de comenzar por ese pulso, sino de llegar hasta él con las cartas sobre la mesa poniendo en común qué se quiere y qué se tiene.
Así las cosas, ¿por qué temer hablar sobre dinero? Si un candidato tiene la oportunidad de mencionar primero una cifra, entonces es buena idea inflarla entre un 7 y un 10%. El empleador que escucha la cifra puede apuntar más bajo, pero al menos ambos sabrán sobre qué cifras se mueven.
…y algo más que cifras
Aunque el apartado económico sea aquello que surge en nuestras cabezas cuando hablamos de negociar, lo cierto es que es que hay otros beneficios sobre los que también merece la pena llegar a acuerdos. Dietas, horarios, flexibilidad, vacaciones, participaciones en la empresa, cultura del sitio de trabajo… en el mismo momento en el que hablamos sobre esas particularidades, hablamos de negociar una calidad de vida que nada tiene que ver con el dinero.
Escuchar
Hay que saber escuchar. Está bien tener las respuestas de antemano y estar alerta para saber qué decir cuando determinada frase surja, pero es más importante aún escuchar con atención para descubrir las medias tintas, o evitar descarrilar la conversación en temas que nada tienen que ver con la oportunidad de mejorar la posición de ambas partes de la negociación.
…y leer
Porque negociar a fondo perdido es negociar sin saber cómo está el sector, qué precios maneja, en qué posición está la empresa y cuánta gente opta al puesto. Lo mejor que podemos hacer, independientemente del lado de la mesa que ocupemos, es informarnos sobre el entorno profesional y económico que viste la ocasión.
Claridad cristalina
Asegurarse de que hemos entendido y de que nos entienden es un proceso de dos vías. Y cerciorarse en voz alta, la mejor manera de definir esas vías. No tengas miedo de decir algo parecido a “entonces, si lo he entendido bien, esto es lo que buscan…” o de preguntar incluso acerca de lo que supones que has comprendido. Cuando estamos en el proceso de negociar el futuro profesional, ¡más vale preguntar que lamentar!
Resolver problemas
Llegar a un punto encontrado no es un alto en el camino, el fin del trayecto: es el inicio de una micro-negociación, un trato dentro de otro mayor. Y es importante tratar las discrepancias para facilitar el estado de ánimo respecto a todo el proceso. ¿O acaso hay algo que siente mejor que trabajar en equipo incluso antes de trabajar?
Llamar a la acción
Este es un punto que muchísima gente obvia, especialmente porque es fácil desconfiar o confiarse demasiado. La mejor manera de asegurarnos que las condiciones se comprenden y que la negociación avanza es establecer la aceptación. Llamar a la acción pasa por usar fórmulas como: “¿Si nosotros aceptamos ofrecerte x, entonces tú te comprometes a y?” o “¿Estás diciendo que el único problema es x? Si yo hago z y lo soluciono, ¿tenemos un trato?”.
Las negociaciones son el pan nuestro de cada día. Negociamos dentro de la familia, en nuestras relaciones sentimentales, jugando un sábado por la noche y cuando variamos la compra en la panadería. Es solo que la perspectiva de esos futuros es inofensiva, menos crucial, pero siguen siendo una formalidad intrínsecamente ligada a negociar el futuro profesional.
Acostumbrarse a negociar precios, a dejar claras intenciones y acuerdos, a buscar soluciones que beneficien a dos partes; todas esas cosas se pueden refinar a fuerza de práctica en transacciones y negociaciones cotidianas. Y, por lo tanto, también puedes aplicar lo que te hemos traído hoy. ¡Es hora de perderle miedo a negociar!