Si hay un motor efectivo para los tópicos y chascarrillos es imitar una pronunciación. O pgonunsiasión si imitamos el francés, pronnunciazione para el italiano, prronuntsiasión si imitamos a un alemán… y así todo.
Pero bromas y humor aparte, si tenemos en cuenta que existen entre 300 y 600 fonemas (dependiendo de qué estudios abordemos), entonces entendemos que gran parte de ese humor se debe a lo particular que resulta escuchar a otros hablar. Y no solo eso, sino que esa extrañeza se traduce en una comprensión distorsionada de cómo suenan los extraños, y a su vez en una manera de tratar de acercarnos a cómo hablan.
Además, esas pronunciaciones se rigen por unas reglas, tan flexibles como culturas existen, por lo que llegamos a la conclusión de que esa tendencia a jugar con la pronunciación corresponda, posiblemente, a un mecanismo de defensa ante lo que no comprendemos: por qué y cómo dicen qué cosa los que hablan otro idioma.
Para desentrañar ese misterio, lo primero que debemos hacer es identificar las reglas fonéticas que nos complican la vida en el otro idioma. Esto, que puede ser complicado si no tenemos a alguien cerca, es una tarea que podemos simplificar enormemente.
Cómo mejorar tu pronunciación en 4 pasos
- Realiza una lista con unas cuantas palabras relevantes para ti: términos relacionados con tus aficiones, tu trabajo o tus estudios. Como ya vimos cuando hablábamos de vocabulario, es más fácil aprender sobre un tema cuando éste guarda estrecha relación con las cosas que nos mueven día a día.
- Luego repítelas en voz alta sin ayuda. Tratar de adivinar cómo se dice algo nos predispone a aprenderlo mejor y a encontrar relaciones entre cómo pensábamos que debía decirse, en caso de que nos equivoquemos.
- ¿Y cómo saber su pronunciación? Tienes los intérpretes de Google Translate o Forvo.com, si tienes mucha prisa. E incluso cuando no sean unas herramientas infalibles, son lo suficientemente acertadas como para cazar la intencionalidad tras la pronunciación, lo que las convierte en apoyos útiles especialmente cuando tienes a mano un profesor.
- Sabiendo qué quieres decir y cómo, ya solo te queda practicarlo. El problema de la pronunciación, una vez conocida, es hacer que la lengua se curve como debe y la boca responda mecánicamente cuando deba. A fuerza de repetir, ganarás la memoria muscular necesaria, no solo para pronunciar, sino para hacerlo rápido y bien.
Estos sencillos pasos son suficientes como para desarrollar un colchón de aprendizaje sobre unas palabras que, aunque son muy concretas, contienen la clave para aprender cómo se pronuncian muchas otras. Que no te engañe el hecho de acudir a campos semánticos reducidos: raro es el tema que tiene demasiadas pocas palabras como para no tropezar con la mayoría de la pronunciación de cualquier idioma.
Aprovecha tu dominio en un campo en concreto para aprender tu lenguaje destino, toma con calma y, sobre todo, con humor cada uno de tus errores. ¡Es la forma más divertida de aprender!