¿Recuerdas cuando estabas de exámenes y durante unas semanas encadenabas días sin dormir, comidas paupérrimas y jarras y jarras de café? ¿Recuerdas todo lo que aprendiste aquel entonces o solo guardas una colección de anécdotas de esos días –¡y noches!– de estudiar en exceso?
A menos que estés preparándote para un examen en concreto, hincar los codos y estudiar hasta que te duela la cabeza es la forma idónea de ralentizar tu aprendizaje. Tan sencillo como eso, tan simple como suena y tan difícil de comprender cuando queremos aprender.
Es un error aproximarse al aprendizaje de idiomas como quien pretende estudiar una ingeniería o una serie de acontecimientos históricos. Para empezar, porque estudiar un idioma no es aprender cosas nuevas, que también, sino desarrollar una habilidad. Para llevar a cabo ese desarrollo es imprescindible practicar cuanto más, mejor.
Y estudiar en exceso es justamente lo contrario a practicar.
Ahora que llegan las vacaciones, es posible que sea el mejor momento para dar el salto a la práctica y realizar unos días de inmersión lingüística. A menos que acabes de empezar ahora mismo a estudiar un idioma, probablemente tengas tiempo más que suficiente para defenderte lo justo como para sobrevivir como guiri del año en tierras extrañas.
También hemos hablado en otras ocasiones de que puedes acudir a herramientas como italki y buscar foros de gente que quiera practicar en línea el mismo idioma que tú.
Si no, siempre tienes la opción de exponerte al ejercicio constante de esa lengua objetivo, sin moverte de tu ciudad, gracias a los grupos de gente que también está practicando y que esperan a alguien como tú para seguir haciéndolo.
Y por si éstas no fueran suficientes soluciones, es importantísimo que recuerdes que el cerebro humano comprende mejor al practicar tranquilamente que al estudiar en exceso y, peor todavía, bajo estrés. Conociendo eso puedes diseñar una rutina, donde resulte estimulante enzarzarse a hablar o exponerte abiertamente a ese idioma que aún percibes como ligeramente hostil.
Es importante que recuerdes que el ritmo de estudio, fuera de clase y de fechas límites para certificar tus conocimientos, es algo que está enteramente bajo tu control por norma general. Si quieres volver a forzar la máquina para no recordar nada de aquí a unos años, es cosa tuya. Pero apostamos que prefieres mil veces pasártelo bien, ¡aprendiendo cada día!
Y ahora, ¿quién quiere hincar los codos?