La razón principal de por qué aprender italiano

Existen decenas, cientos de razones que responden por qué aprender italiano. Es el cuarto idioma más hablado en el globo, en airada pugna con el francés a pesar de hablarse oficialmente solo en la bota de Europa, y eso debería ser suficiente. Sin embargo, la razón principal de por qué aprender italiano se encuentra engranada en algo más que las cifras.

La cultura italiana es una vorágine de atracción constante, desde las representaciones artísticas en todas sus disciplinas a rica gastronomía de (y que nos perdonen en la guía Michelín) chuparse los dedos. Y si ésas resultaran menudencias intelectuales, Italia siempre ha sido el latido histórico del Mediterráneo, corazón multicultural europeo incluso antes de que las palabras cosmopolita y hípster se pusieran de moda. La razón principal de por qué aprender italiano se encuentra incluso más allá de esa naturaleza casi etérea que abarca desde las islas sicilianas a las reservas naturales a los pies de Los Alpes.

¿Por qué aprender italiano? A todo el mundo le gusta

Es hora de afrontarlo. Los italianos se hacen querer allá donde quieren. Y cuando nuestro mundo se volvió frenético y entró de lleno en la globalización, los italianos decidieron que ese nuevo mundo también debía ser suyo.

Razones culturales aparte, el tejido empresarial y económico de Italia ha vivido en los últimos años una tensión inmensa por estar justo en el centro de la crisis de la zona sur europea. Aun así, ha sido el único país capaz de resistir el embate de la crisis. Esa resistencia de gladiador estoico y resuelto ha convertido los productos y servicios italianos en el buque insignia del despunte económico. En esta era globalizada, Italia sigue siendo sinónimo de prestigio y calidad, aunque los tiempos sean los peores.

Y a todo el mundo le gustan ambas cosas, en la cultura y en los negocios.

Si nos encontramos en ese punto en el que nuestro negocio necesita una nueva lengua —quizá por seguir la recomendación europea de ser trilingües—, la respuesta puede estar más cerca de lo que imaginamos. Por ejemplo, en lo que nos gusta.

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